viernes, 4 de mayo de 2012

La bebé llorona

Ricardito Luna se acercó a la cama de su hermana y metió el biberón entre los labios rojo fresa de la bebé, ésta le miró, sonrió y empezó a chupar, se tocó el dedo gordo del pié y quiso jugar con la cara de su hermano, como éste no se acercaba refunfuñó y empezó a llorar de nuevo. Ricardito ya no sabía que hacer, había pensado que quizás su mamá como tenía tanto trabajo no se enfadaría si alguien se hiciera cargo de la gorda llorona. Recordaba que antes de que su papá se fuera ella le hacía la comida y hasta iban a la playa los domingos. Pero el día que su mamá vino de la clínica con la bebé todo cambió, el tuvo que hacerse grande de pronto y ayudar en la casa y calentar biberones, su mamá maldecía todos los días la mala suerte que le había tocado.
Sin más reflexiones cogió la mantita que envolvía a la niña, el chupete y un peluche y la acomodó en el cochecito, cerró bien la puerta de la casa y se paseó por la vecindad, no encontraba ningún lugar solitario donde dejar a su hermana sin que le vieran. Visitó el parque, fue a la iglesia, ni modo, todas las viejas chismosas le saludaron, subió su calle, luego la bajó, intentó alejarse del barrio y en estas iba todo pensativo cuando una voz a la espalda le gritó -¡Ricardito hijo! entonces vio a su madre cargada de bolsas -tengo un notición mi amor, vieras que Don Lorenzo me ha dicho que voy a poderos dejar un tiempito en un colegio muy bueno, muy lindo, claro solo hasta que tenga un trabajo mejor ¿no te alegras? ya verás que bien vais a estar-

2 comentarios:

PILARA dijo...

Es duro ser un príncipe destronado, ser madre, trabajar dentro y fuera de casa, correr todo el día...
Muy bonito y tierno, Bego.

Ezperanza dijo...

Bonito cuento Bego, es triste ver que detrás de los empeños del niño por "mejorar" la situación familiar se oculta otra realidad mucho más dolorosa.
Me encanta ver entradas en tu bolg.